ARCA DE LA ALIANZA
El Arca de la Alianza representa a la “Divina Presencia de Dios” con toda su Protección y Poder. Era un “Campo de Fuerza” poderosísimo, un recipiente sagrado hecho de madera de acacia forrada en oro puro que, en su interior contenía las Tablas originales de la Ley de Moisés, Maná del Cielo y la Vara de Aarón. Todo esto escondía en símbolos la Santísima Trinidad, tanto en el interior del ser humano, su "Cristo Interior”, como en el “Gran Sol Espiritual Central”, Dios Trascendente. La Vara de Aarón representa, el Poder de Dios; las Leyes, la Enseñanza o Sabiduría Divina; y el Maná, el Amor con el que Dios alimenta a sus criaturas, a cada momento.
La cubierta del Arca de la Alianza era de oro puro y tenía dos querubines alados inclinados uno frente al otro; esta cubierta era llamada "el propiciatorio”. El Arca de la Alianza era el objeto más importante del Templo de Jerusalén. Solo al sumo sacerdote del Templo le estaba permitido ver el Arca una vez al año. Dios dijo, respecto al Arca de la Alianza: “Allí ciertamente me presentaré a ti, y hablaré contigo desde más arriba de la cubierta, entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio". Cuando el pueblo de Israel viajaba, el Arca de la Alianza iba delante, obedeciendo a las primeras palabras del “Génesis”. “Dios, en el Principio”. Cuando el pueblo de Israel, comandado por Josué, atravesó el río Jordán para entrar en la "Tierra Prometida", el Arca de la Alianza detuvo la corriente del río y pudieron atravesarlo.
El Arca de la Alianza era tan sagrada que el que se acercaba a ella sin la debida devoción y respeto resultaba fulminado; muchas historias narran que quienes la tocaron o la vieron indebidamente fueron aniquilados en el acto. El que verdaderamente posee el Arca de la Alianza en su interior tiene la real conexión con su divinidad; el que osa dañarla o interferir con sus funciones es sacado del medio, de inmediato, sin que se piense, se sienta, se haga o se díga algo.
Texto extraído del libro "Biblia" - Colección Metafísica - de Rubén Cedeño publicado por Editorial Señora Porteña
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