“QUE LAS FUERZAS DE LA LUZ ILUMINEN A LA HUMANIDAD”
Cuando se afirma el primer decreto de la “Gran Invocación”: “QUE LAS FUERZAS DE LA LUZ ILUMINEN A LA HUMANIDAD”, con la debida conciencia, el poder del sentimiento y el pensamiento unidos a la entonación que le corresponde, se convoca definitivamente a las más grandes potencias que residen en los niveles propios del Plano Monádico, que es el más alto. Estas Fuerzas son invencibles y así deben ser invocadas; entre ellas están incluidos el Señor del Mundo y las Siete Jerarquías Creadoras: Los Divinos Seres Arúpicos, entre ellos, “Aquel de quien nada puede decirse” o Vajradhara; las Divinas Presencias “Yo Soy” de toda la humanidad, encarnada y desencarnada; los Tres Mahãdevas: Shiva, Vishnú y Brahmã; los Cinco Dhyãni Buddhas; los Siete Elohim; los Siete Arcángeles; y los Cuatro Directores Elementales, entre otros.
Cuando estas fuerzas lumínicas tan poderosas aparecen, hacen que las sombras, en todos los niveles, se desvanezcan automáticamente. Esto es trabajar con los “Poderes de la Luz” a fin de disipar el espejismo, la mentira causante de tanto mal y sufrimiento, de tantas destrucciones, separaciones, traiciones y seducciones nefastas, purificando indefectiblemente el plano emocional, donde los hermanos de las sombras tienen su principal caldo de cultivo. Dice el Maestro El Tibetano: “El Plano Astral es, en sí, una ilusión. Pero sí puedo decir que, para los miembros iniciados en la Gran Logia Blanca, el Plano Astral no existe”.
Se hace meritorio incluir la invocación al Señor de la Luz, revelada por el Maestro El Tibetano:
SEÑOR DE LA LUZ
Oh, Señor de Luz y Amor, ven y gobierna al mundo. Que
el Príncipe de la Paz aparezca y ponga fin a las guerras de las naciones.
Que el reinado de la Luz, el Amor y la Justicia comience.
Que haya paz en la Tierra y que empiece en nosotros mismos.
Extraído del Libro “D. K. MASTER”, de Rubén Cedeño.
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