HUMILDAD
Humildad es no creerse lo que no se es; aún más, negar lo grande que se pueda ser. Jesús habló de forma muy dramática acerca de la humildad, al decir: "Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos". Aquí "rico" es símbolo de orgullo, intelectualidad espiritual, prepotencia o altanería. La riqueza de información produce intelectualidad y esto, a su vez, lleva al orgullo, que complica la vida y la espiritualidad. Existen grupos espirituales que se ocupan de llenarles la cabeza a sus seguidores de datos supuestamente espirituales y les cifran el progreso en información; estos son los ricos, y por eso mucha gente sale huyendo de esto o se desmotiva. En oposición a ello, Jesús consideró la pobreza o la sencillez como algo maravilloso. Jesús dijo, en las Bienaventuranzas: "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos". Esto no es andar desanimado, deprimido, entristecido o sin iniciativa. "Pobre de Espíritu" es el que no pone su esperanza ni confianza en los bienes materiales, sino en Dios; es ser sencillo, humildad, discreto, prudente. Sencillez es la no ostentación de nada, el andar y el vivir solo con lo necesario.
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Uno de los patrones más grandes de humildad es San Francisco de Assisi.
Texto extraído del libro "Teología Inclusiva" de Rubén Cedeño publicado por Editorial Señora Porteña
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