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LA NAVIDAD PARA MÍ

Diciembre de 2008

 

 

Las Navidades siempre han sido las festividades que más me han movido en el año, y han exaltado muy profundas emociones en mí.

 

 

Espero con tantas ansias las Navidades, que siempre las adelanto, comenzándolas a finales de Octubre. De todas formas, para nosotros los músicos, estas son las fechas donde comenzamos a ensayar los “Aguinaldos”, estas son la expresión musical típica venezolana para estas fiestas, una evolución del villancico europeo en versos hexasílabos, acompañados de cuatro, furruco, charrasca, tambor; y los hay de parranda y religiosos, los que existen dese el siglo XIX. Recuerdo en el orfeón, donde cantaba de adolescente, que dos meses antes de las fiestas, ya los ensayábamos y nos conectábamos, prematuramente, con el “Espíritu de la Navidad”. Para mí las navidades van estrechamente ligadas a la música; con ella sueño, añoro, me alegro y tristeo un poco. Cuando supe que las Navidades comienzan realmente después de “Acción de Gracias”, en Noviembre, me satisfizo enormemente, ya que me sentí con licencia oficial de tener Navidades anticipadas.

 

 

Nací con la voluntad incorporada de hacer Nacimientos. Todas la Navidades las pasaba en casa con mi abuelo, y recuerdo vagamente cuando tuve la noción de mi primera Navidad, que tomé un pequeñísimo pesebre de plástico que me habían regalado, y encontré, no se dónde, aserrín y lucesitas; entonces, con caballitos y muñequitos de juguete, armé mi primer pesebre. Después, “Mamá Norita” me enseñó a pintar papel para que pareciera piedra, y así armaba grutas espectaculares para el portal. Desde entonces nunca he dejado de montar un nacimiento en Diciembre. Parte del ritual, cuando armaba Nacimientos, era que al terminarlos agarraba el cuatro y les cantaba aguinaldos, contemplando a San José, la Virgen María y el Niño Jesús, jurando a fe ciega que Ellos me estaban escuchando y se contentaban de que les cantara. Más adelante, mi devoción por la Navidad me llevó cada año a escribirle a los niños de Venezuela que estaban bajo mi coordinación, un aguinaldo, el cual siempre se estrenaba con bombas y platillos en conciertos muy resonados. Hoy en día estos aguinaldos se encuentran compilados en un disco. Cuando escribí la música “Qué Navidad”, le pedí a la Virgen que la hiciera famosa y Ella me lo concedió. La famosa mezzo Morella Muñoz me lo grabó, y al instante comenzó a sonar en todos lados. En la actualidad, este aguinaldo cuenta con más de 10 grabaciones hechas por diversos artistas de fama nacional e internacional.

 

 

Además de asociar la Navidad con la música, lo hacía con la nieve y el frío, y en un momento determinado comencé a pasar estas festividades en New York, donde el 31 de Diciembre, en Shamballa, esperaba ilusionado, junto a metafísicos del mundo, el “Espíritu Envolvente” del Nuevo Año que entraba.

 

 

En la metafísica, una de mis mayores ilusiones es dar la charla del “Espíritu de la Navidad”; siempre la hago diferente y en el país donde esté, en la fecha más cercana al 21 o 22 de Diciembre, cuando desciende esta maravillosa bendición a la tierra. Para esto escribí un libro que todos años se publica pero vive agotado, nunca hay uno.

 

 

Con la llegada de la tecnología, he podido compilar en mi iPod más de 500 piezas musicales de Navidad del mundo entero, que son la delicia de mis oídos y de mi corazón para estas fechas. Una vez me fui a Turquía, a la casa de Santa Claus, para comprobar con mis propios ojos que Él había vivido verdaderamente y que no era una ilusión de niños engañados, pues siempre consideré que era real y nunca he dejado de creer en Él. Esto me hizo escribir y grabar, para todos los niños de habla hispana, “En la Casa de Santa Claus estuve”.

 

 

En una ocasión me tocó pasar la Navidad en la India, donde ni noción había de ella; me tuve que ir a un templo de la Iglesia Católica Liberal para percibirla, y como no había maestro de capilla, me apoderé del órgano y toqué, en la “Misa de Gallo”, todos los villancicos que sabía.

 

 

Con el transcurrir de los años, mi amor e ilusión por la Navidad se han incrementado cada día más, y es inevitable que un matiz de nostalgia la tiña un poco, sobre todo cuando ya mi mamá Norita no está en el plano físico y cada año tenemos un amigo, un estudiante o alguien conocido que ha pasado de plano; aunque creamos en la “Vida Eterna”, siempre en Navidad viene un dejo de melancolía que nos apena, pues no nos acompañan físicamente ciertas personas. También acude el recuerdo de Navidades pretéritas, que no por ser pasadas fueron mejores, pero que tienen el agregado indiscutible del tiempo.

 

 

Después de toda una vida deseando tener figuras para el Nacimiento, de esas antiguas que se visten de tela, al fin Dios me las has proporcionado, muy barrocas y bellamente engalanadas como siempre las soñé; están sobre el piano, esperando que les haga cariño cuando les hablo mimándolas, diciéndoles arrumacos. A Jesús le digo “Mi niño precioso de Papá”; a la Virgen, “La Reina de esta casa”; y a San José, “Mi Rey de la Nueva Era”. Cuando les toco, ya no solamente son aguinaldos venezolanos, sino villancicos del mundo entero. Esto es para mí la Navidad.

 

 

  

 

Extraído del Libro “ESPÍRITU DE LA NAVIDAD”, de Rubén Cedeño.

Editorial Metafísica.


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