Como el “Momento Cósmico no Espera”, llegó un día, después de años trabajando contra el tiempo, en que la tierra no aguantaba más un ápice de negatividad, podía ser destruida de un momento a otro, y Sanat Kumara tenía que venir a Shamballa, estuviera terminada o no.
La “Estrella Polar Lemuriana” señaló, al llegar a su cenit, que era el “Momento Cósmico”. Sanat Kumara se despidió de Venus y se montó en la Estrella de cinco puntas, que es su Patrón Electrónico, avanzando sobre la misma como si fuese un fulgurante vehículo ígneo. En el momento en que Sanat Kumara asomó a la Tierra, se detuvo el tiempo, los ríos contuvieron sus cauce, los pájaros dejaron de cantar, el aire se paralizó, ante la inminente llegada de un magnánimo Ser. Una “Remembranza Divina” de esto la hace Pablo Casals, en su Oratorio “El Pesebre” –cantado en catalán- en la parte de la “Estrella” y refiriéndose al nacimiento de Jesús. Sanat Kumara llegó acompañado por otros Tres Kumaras de Venus, que juntos representaban la “Llama Triple”.
Sanat Kumara trajo de Venus la concentración de la “Llama de la Autoconciencia”, que es el percibir por nosotros mismos la realidad de las cosas a través del discernimiento, asunto que no se conocía en la tierra, ya que su naturaleza era oriunda exclusivamente de Venus. Esta Llama de la Autoconciencia, como la Llama Triple, fue anclada en el altar de Shamballa y dentro del corazón de todos nosotros, tanto encarnados, como desencarnados. Sanat Kumara trajo también las abejas, que transformaban el néctar de las flores en miel, y el trigo, base de la alimentación por medio del pan.
Con el anclaje de la Llama de la Autoconciencia, la crisis comenzó a pasar, la Tierra fue salvada y retornó por un tiempo a su “Plan Divino de Perfección”, viviendo en El Cielo.
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