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LO QUE BENDICE A UNO, BENDICE A TODOS

Expondré ahora una gran clase de Metafísica práctica, que encierra una de las columnas vertebrales de esta Enseñanza. Conny Méndez nos transmitió este principio de forma muy fehaciente: “Lo que decretes para ti, decrétalo también para todo el mundo”. Si oras y decretas por salud, prosperidad, felicidad para ti, hazlo por todo el mundo también, porque “lo que bendice a uno, bendice a todos”. Veamos esta vivencia que tuvo Emmet Fox al respecto.


“Un hombre vino a verme a Londres. Estaba muy perturbado… quería un consejo. Era el propietario de una tienda de víveres en un poblado en el sur de Inglaterra, y hasta ese momento no había tenido competencia alguna. Pero ahora, una de las grandes cadenas del ramo se disponía a abrir una sucursal justo frente a su tienda en la calle principal, y el hombre estaba preso del pánico. Había heredado el negocio de su padre y de su abuelo, quienes lo habían fundado, y había pasado toda su vida en esa tienda, en cuyo piso superior vivía. No conocía otro oficio y decía: ‘¿Cómo puedo competir con ellos? ¡Estoy arruinado!’. Le respondí: ‘Usted lleva varios años estudiando la Verdad y conoce la Gran Ley. Usted sabe de dónde viene el suministro. ¿Por qué tiene que temer?’. Me dijo ‘¡Es que tengo que hacer algo!’. A lo cual repuse: ‘Párese en su tienda cada mañana y bendígala, afirmando que el Poder Divino obra en ella para producirles una mayor prosperidad y paz a todos los interesados’. El hombre asintió con la cabeza. Añadí: ‘Luego, salga a la acera, mire hacia donde están levantando la nueva tienda, y bendígala de la misma manera’. A esto me respondió, casi gritando: ¿Qué? ¿Y cortarme yo mismo el cuello? ¿He de ayudarles en contra mía?’. ‘Le expliqué que lo que bendice a uno, bendice a todos; que ese tratamiento era creativo, que producía más negocio –más prosperidad- y que lo único que podía arruinarlo era su propio miedo. Le dije que en realidad estaba odiando a su competidor mediante el miedo, que su odio solo podía destruirlo a él, y que bendecir al ‘enemigo’ era la forma de deshacerse del odio. Terminé diciéndole: ‘No puede usted cortarse su propio cuello con la oración; solo puede mejorarlo todo’. Me tomó algo de tiempo convencerlo, pero al fin comprendió la idea y la llevó a la práctica. Cuando volví a verlo, varios años después, me dijo que su negocio había prosperado más que nunca desde que la sucursal de la cadena de tiendas apareció; y que a ellos parecía también irles bien. Él era próspero y estaba en paz. Esto es lo que Jesús se refería cuando decía: ‘Amad a vuestros enemigos’”.


Extraído del Libro “Emmet Fox, un ejemplo a seguir”, de Rubén Cedeño.


 

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