MAGNIFICAR A DIOS

Por el Maestro Hilarión

 

Las sombras de la apariencia humana, que han sido alimentadas por las preocupaciones humanas, miedos, dudas, pasiones, enojos, apetitos y deseos, se han convertido en algo muy real para el ser humano. En la mayoría de los casos, incluso entre estudiantes sinceros, esas apariencias son aceptadas en los sentimientos (aunque conscientemente rechazados por la mente) ¡como más poderosas que Dios! Esas sombras son las trabas y limitaciones de la raza. Esas sombras presionan fuertemente sobre la conciencia de la humanidad a través de los sentidos y los sentimientos, y cuanto mayor es la presión, más de la vida del hombre fluye dentro de esas apariencias, dándoles más energía y sustancia para afectarlo y angustiarlo. Cuando la atención del hombre es sostenida en la apariencia de limitación, la propensión natural dentro de la vida magnifica dicha apariencia. Cuando la atención del ser humano es sostenida en Dios, esta misma tendencia dentro de la vida magnifica la Transmutación, la Purificación y el Poder de Dios, que disuelven la apariencia. ¡Esta es una prueba espiritual de fidelidad, constancia, fe y confianza en que el Poder de Dios es la Única Presencia Actuando!

 

 

 

MAGNIFICAR A DIOS

 

Dado que estoy íntimamente familiarizado con las almas de los seres humanos que han reencarnado a lo largo de los siglos, puedo hablar con autoridad sobre la necesidad de la activa redención de toda la creación humana –visible e invisible- antes de que pueda darse la máxima liberación de Luz a través de los padres e hijos que actualmente usan la Tierra como un salón de clases, como también a través de aquellos que la usarán en el futuro. En la actualidad, el más bello de los espíritus encarnados en este planeta está sujeto a la frecuencia vibratoria que lo rodea. La Amada Madre María y el bendito Saint Germain (como San José) asistieron enormemente a su hijo, Jesús, porque desde la infancia le enseñaron a MAGNIFICAR A DIOS y a minimizar la creación humana (el karma no redimido).

 

 

Extraído del Libro “RECINTOS DE CURACIÓN”, del MAESTRO HILARIÓN.

Editorial Metafísica.