OBEDIENCIA DE LOS ELECTRONES
Los electrones tienen un solo propósito: hacer que cada “Corriente de Vida” cumpla con su “Plan Divino de Perfección”; por eso son tremendamente obedientes cuando los humanos los califican con aquello que es la “Voluntad de Dios”, como vivir de acuerdo con las virtudes que están ordenadas en las cualidades de los Siete Rayos: Buena Voluntad, Sabiduría, Amor Divino, Belleza y Ascensión, Salud, Verdad y Armonía, Opulencia, Paz y Misticismo, Perdón, Liberación y Amor Compasivo, para regresar al Padre con todas esas calificaciones y regalos que nosotros les hemos impreso. Los electrones vienen de Dios, y van a regresar a Dios.
Meditar, cantar, bailar, bendecir, decretar, enseñar y toda otra acción activa a millardos de electrones que son calificados con pensamientos, sentimientos y decretos; son transmitidos por medio de las manos, los pies o todo el cuerpo; y pulsan hacia afuera, arriba y delante, en el planeta Tierra, hondas nucleares expansivas, en círculos lumínicos, que, si son constructivas, iluminarán, y si no, oscurecerán.
Cuando se dirige un coro u orquesta, se interpreta un instrumento, se esculpe, se peina o corta el cabello, se pinta una obra de arte, se teje o se borda, se cocina o se escribe, la mano derecha irradia el Poder y la Voluntad del Primer Rayo Azul de Dios; y la mano izquierda, el Amor Divino del Tercer Rayo Rosa. Cuando un odontólogo arregla dientes en su consultorio, está calificando sus electrones con belleza bucal. Cuando un promotor turístico vende pasajes en su agencia, califica esos electrones con la intención de que la gente viaje y se sienta feliz. Cuando hacemos un arroz o unos canelones con mucha ilusión, y quedan riquísimos, hemos calificado esos electrones en deliciosos alimentos. Un escritor que escribe un libro positivista, que enseña a vivir, el editor que lo publica, el distribuidor que lo pone en manos de la gente y el que da una clase o lo explica, todos ellos están calificando esos electrones con la máxima belleza posible. Estos ejemplos sirven para aplicárselo a cualquier actividad que realicemos. Al pasar por la mente, los electrones son calificados con los pensamientos del individuo; posteriormente, al pasar por el corazón, se impregnan con sentimientos; y al pasar por la voz, se convierten en decretos que se cumplen. Todo este proceso está sucediendo las veinticuatro horas del día, durante toda la vida terrestre de cada uno de nosotros.
Extracto del libro "Transmutación Electrónica Metafísica" de Rubén Cedeño publicado por Editorial Señora Porteña
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